¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

La época en la que nos tapábamos tan solo para no pasar frío ha quedado muy lejos, desde hace miles de años nos vestimos aunque no haga frío, lo hacemos porque vivimos en una sociedad y nos respetamos unos a otros (por lo menos la gran mayoría lo hace). Si a una persona le tocase vivir en una isla desierta tropical es poco probable que fuese vestida por la isla, como mucho llevaría un taparrabos.

En la sociedad actual dominada por la informalidad, donde reina la falta de modales y protocolos, cualquier «cosa» que uno lleve encima vale para cualquier situación. Muchos afirman que la comodidad es lo que se busca, pero lo dicen con poco o nulo conocimiento, porque muy pocos han probado una prenda que les sentase bien y fuese cómoda. Por poner un ejemplo, si una persona solo ha probado trajes de fabricación industrial, que no se adapataban a su cuerpo y estaban fabricados con poliéster (que no transpira). En esa situación, es normal que el portador esté incómodo, pasando calor y encima no se ve favorecido. Lo natural es que esa persona rechace el traje y además se le quede grabado en la memoria que los trajes son incómodos y si no prueba otros trajes mejores, directamente rechazará todos los trajes. Y esto no solo ocurre con los trajes, la experiencia puede ser similar con todas las prendas del armario.

La industria de la moda y principalmente las marcas del fast fashion tienen cierta responsabilidad en todo esto, pero al final las empresas sólo ofrecen lo que las personas demandan, si mañana todo el mundo dejase de comprar ropa con fibras sintéticas como el poliéster o el acrílico. Entonces las marcas dejarían de fabricar prendas con dichas fibras. Pero las empresas no tienen ningún interés en informar al consumir y tampoco tiene interés el consumidor en informarse. Es mejor que todos sigan en la ignorancia comprando lo que la marcas ofrezcan.

Sinceramente el cambio en la sociedad hacia la moda ha sido muy natural y no podía haber sido de otra forma. El desarrollo de la industria textil revolucionó el mundo, porque si antes había que ir al sastre para encargarse unos pantalones, con la confección industrial en serie, ya los tenemos en la tienda Ready to wear (Listos para llevar).

Ahora multiplicamos todo esto por los avances tecnológicos, las nuevas fibras sintéticas, los bajos costes de fabricación, las economías de escala, los precios accesibles, el neuromarketing y la cultura actual de usar y tirar. Y nos da como resultado el escenario perfecto para el boom de la industria de la moda que hemos vivido, quién no iba a querer chutes de dopamina con cada prenda nueva y disfrutar de la experiencia de ir a comprar ropa nueva cada pocas semanas.

Pero, todo lo que sube acaba bajando y en esta vida todo funciona por ciclos. Hemos visto ya en los últimos años un gran aumento de los interesados por las prendas textiles artesanales, desde zapatos hasta sombreros. Los consumidores quieren saber cada vez más sobre la calidad de las prendas y su fabricación, ya no vale únicamente su diseño o el logo que pueda llevar, son cada vez más importantes las características de la prenda.

El desarrollo de las redes sociales como Instagram, los foros online y los blogs han favorecido la difusión de las «nuevas» ideas para que cada vez más personas aprendan a apreciar la calidad de las prendas y empiecen a despertar de la ignorancia en la que vivían respecto a la moda.

Desde mi punto de vista esta propensión, tan solo acaba de empezar, y por ello, he decidido empezar con este proyecto con el que pretendo transmitir mis conocimientos y aportar mi granito de arena para cambiar la industria de la moda.

¿Y quién soy yo para transmitir mis conocimientos?

Mi nombre es Vladyslav Marcos Nagay, pero me puedes llamar Vlad. Desde muy joven me ha apasionado la moda masculina clásica, tanto que a los 7 años les pedí a mis padres mi primer traje, con el que iba a todas partes, seguramente era un traje de poliéster, pero me gustaba llevarlo y el disfrutar de lo que uno lleva es casi más importante.

Aunque mi afición infantil por el vestir cambió rápidamente, después volvió en mi juventud. Hasta el punto que a los 22 años junto con Javier (mas aficionado al buen vestir que yo) , creamos Hussars, una firma de moda masculina, que no llegó a prosperar por diversas razones, pero con la que aprendimos mucho. De hecho quiero compartir el Manifesto que creamos para Hussars que también aplica al propósito de este blog.

En un mundo en el que aquello que está hecho con cariño se halla en peligro de extinción, el caballero elegante que exige calidad se alza no solo como un inconformista, sino como un rebelde. Hussars es un canto a ese rebelde elegante moderno

Hussars